Llegamos a Bangkok y después del robo en Camboya lo primero es ir a la embajada española para que le hagan un pasaporte nuevo a Amara, estamos con mal sabor de boca por la experiencia y un poco cansados del viaje pero nos morimos de ganas por volver a Ton Sai a escalar. Hacemos los papeleos pertinentes y cogemos un autobús rumbo al sur y llegamos de nuevo al paraíso de la escalada tailandesa. Buscamos alojamiento y para nuestra sorpresa los precios han subido más del triple… en Forest bungalow hace solo cuatro meses pagamos 200bats (5euros) la noche y ahora vale 800bats. Allí nos guardan el material de escalada, lo recogemos y después de intentar regatear sin éxito nos vamos en busca de algo más barato. Lo único que encontramos fue un bungalow minúsculo y feo por 300bats. Vamos a cenar y la comida vale el doble y la cerveza 3 euros!! más que en España. Ahora aquí es temporada alta y con esa excusa ha subido todo…

La mala racha nos sigue y al segundo día de estar allí noto un dolor en la tripa, primero pienso que es algo que me ha sentado mal pero cuando veo que el dolor pasa al lumbago me temo lo peor… hace dos años sufrí un cólico al riñón y todo empezó igual. Cada vez me duele más y mis temores son ciertos. Estamos en la puta selva, sin hospital de noche y me está dando un cólico!! Me tumbo en la cama y me retuerzo de dolor, lo más fuerte que tenemos es ibuprofeno así que me tomo dos, mando a Amara que baje al pueblo y mire en internet que hacer si te da un cólico y no puedes ir al médico. Cuando vuelve me da malas noticias, la red dice que un cólico es peor que un parto, que una fractura abierta o que un disparo de bala… la otra vez estaba en una hora estaba en el hospital, me inyectaron norotil en vena y se pasó el dolor, aquí solo tengo ibuprofeno y ya llevo tres horas interminables sufiendo como si pariera gemelos. Te recomiendan beber mucha agua y esperar hasta expulsar la piedra. Después de ocho horas sintiendo como algo se desplazaba por mis entrañas eché un cálculo negro que parecía la punta de un lápiz y por fin cesó el dolor y pude dormir.

Al día siguiente todo volvió a la normalidad, pasamos el día tranquilos recuperándome y me acosté feliz pensando que al día siguiente volveríamos a escalar… Nos levantamos y después de desayunar otra vez el dolor abdominal y de lumbago ¡No puede ser, otra vez no! esta vez fueron siete horas hasta que volví a echar otra piedra. Otro día de descanso y al empezar el quinto día vuelvo a sentir el dolor, le digo a Amara que no puedo más, recogemos nuestras cosas y cogemos un bote a Krabi para ir al hospital, pero cuando llegamos después de un viaje espantoso se pasa el dolor, vamos a un hotel y decidimos ir a Bangkok al día siguiente.

Estamos montados en el autobús que en ocho horas nos llevará a la capital, y a la hora de viaje comienza la pesadilla… me da el cólico en el bús, cada bache es una tortura, hay veces que pienso que quiero morir que no vale la pena soportar tanto dolor, pero aguanto hasta el final del trayecto. Amara coge las dos mochilas y buscamos alojamiento, me arrastro hasta la taza y saco por mi pene una piedra del tamaño de un garbanzo, siento como me desgarra al salir al exterior y la sangre se mezcla con la orina. Esta vez fue la definitiva, nunca había sufrido tanto en mi vida.

Con todo lo que nos ha pasado últimamente, yo ya tengo escrito el primer borrador de la novela y Amara tiene trabajo en Zaragoza… decidimos volver. Han sido seis meses en los que nos ha pasado de todo. Aun con las malas experiencias el balance es positivo: Hemos aprendido muchísimas cosas, sobre todo a vivir con muy poco y a valorar lo que tenemos en España. Hemos conocido a mucha gente fantástica en el camino y hemos visto lugares increíbles que recordaremos siempre. Volvemos con una experiencia única y con muchas ideas y proyectos en la cabeza. Una nueva etapa comienza y mi primera novela «Lo que el mar no se lleva» ya es una realidad.

La primera parte del proyecto Escribiendo el Mundo a terminado, pero esto es solo el principio…