TREKKING JIRI-LUKLA 24/2/2014
Día 0: Vamos a Jiri en autobús local, y como siempre que cojo un bus en Nepal son diez horas de viaje. A unos pocos kilómetros de Katmandú el verde es el color predominante. Los campos de arroz cultivados en terrazas que bajan de la montaña, se mezclan con las casas rurales y el ganado. La carretera está en mal estado pero eso es normal aquí… Paramos a comer y cuando reanudamos la marcha y llevamos quince minutos en el bus, me doy cuenta de que no tengo la mochila pequeña… ¡mierda, se ha quedado en el restaurante! Hago parar al conductor, ya pensaba volver corriendo, pero un pasajero me dice que no me preocupe, ha llamado al restaurante y me la traerán en el próximo bus. Dos horas después paramos en un pueblecito a descansar y un joven nepalí la lleva a la espalda, con una sonrisa me dice que le dé 1000 rupias, saco 500 y se las doy. Aquí hay que regatear hasta cuando te hacen un favor… Jiri es un pueblo sin mucho interés bañado por un río, aquí termina la carretera y posee una pista de aterrizaje donde un helicóptero lleva a trekkers sobrados de dinero. Pasamos la noche y comenzamos temprano a caminar. Día 1: Subímos unos 500m de desnivel pasando casitas hechas de madera y piedra, los niños salen a saludarte y los locales te indican el camino. Bajamos lo ascendido y luego viene una subida de 1000m (como subir al balcón de Pineta) de desnivel hasta Deurali, donde pasamos la noche a 2700m, nos vendrá bien para aclimatar. Aquí hace bastante frío y corre un viento que invita a no salir fuera. Las banderas de oración hondean violentamente y emiten sonidos místicos. Cuando ves a los habitantes del pueblo yendo en chancletas y casi sin abrigo, te das cuenta de la dureza de estás gentes… Se nota las ocho horas de pateo y a las ocho ya estamos durmiendo. Día 2: Salimos a las nueve, Ruben siente dolor en una rodilla así que habrá que tomárselo con más calma. Una bajada muy pronunciada te deja en dos horas en Bhandar, cientos de helechos crecen en la ladera y los rododendros con sus flores rojas, llenan de color la montaña. Pasamos varios puentes tibetanos con el suelo y la varandilla metalicos. Un colibrí verde absorbe el nectar de una flor, mientras, sherpas llevan cestas apoyadas a la espalda y con una cinta en la frente, cargan con abono, comida, ropa… Son autenticos mulos de carga y aun así te obsequian con una sonrisa. Llegamos a Kinja, a Ruben le duele la rodilla así que decidimos quedarnos. Nos alojamos en Sherpa g.h. Pedimos la cena y nos arriesgamos con un vino local, nos traen un tazón con un líquido amarillo y caliente, doy un sorbo y desplazo mi cabeza hacia atrás ¡Es más fuerte que el tequila! No nos terminamos las copas y dueño se ríe de nosotros pensando… «qué flojos son estós giris». Día3: Pasamos el día siguiente descansando, leyendo, escribiendo, haciendo yoga. Paseo por el río y después de cruzarlo por un tuente de madera, me siento al sol y medito escuchando el sonido del agua y el canto de los pajaros. Abro los ojos y me siento afortunado de estar en este paraíso, sin más preocupación que cuando empezaremos a andar. Les decimos a los de la casa que comeremos lo mismo que ellos y les ayudamos a cocinar, parece mentira que puedan hacer cosas tan ricas con tan pocos medios. Nos comemos el mejor Dal-bat que hemos pobado. Día 4: Nos levantamos descansados y Ruben ya está recuperado, así que atacamos la interminable cuesta. Los rododendros cada vez más grandes llenan de color el camino, luego entramos a un bosque encantado, donde a los pinos centenarios les cubre la corteza liquen y musgo. Y con mucho esfuerzo llegamos a Goyam 3300m, hoy hemos subido 1800m de desnivel, pero sorprendentemente me encuentro fresco. Dormimos en un lodge familiar, un matrimonio y sus dos hijos. Aquí la vida transcurre al lado del fuego, mientras cenamos hablamos mucho con ellos, de religión, política, y de su dura forma de vida. Los niños miran las fotos de mi cámara y flipan con las de la India. Día 5: Cuando nos levantamos empieza a nevar, y mientras desayunamos se cubre todo de un manto blanco, salimos entre la niebla y la nieve se posa en nuestro cuerpo. Es un poco incómodo pero los árboles y las montañas están preciosos. Es el año nuevo budista y nos dijo el hombre que siempre nieva. Llagamos a Lamjura la, un paso a 3530m, hay unas vistas imponentes del valle y las montañas, todo tapizado de blanco. Bajamos por un bosque de pinos hasta Junbesi, pasamos el pueblo y dormimos en un lodge en mitad del camino. Día 6: Al levantarnos todo vuelve a estar cubierto de nieve caída por la noche, seguimos el camino con vistas a unos seismiles cercanos, al verlos acelero la marcha y me entran ganas de escalarlos… Llegamos a Ringmu, y nos comemos unos huevos fritos con queso de yak y pan tibetano, solo nos falta un buen vino, jeje. Después de un repecho llegamos a Taksindum la 3800m, pasas por debajo de un arco de piedra y cambias de valle, un mar de nubes nos fastidian las vistas. Una bajada de 1600m por una cuesta embarrada nos deja en Nunthala. Día 7: Nos tomamos otro día de descanso, al amanecer poso mi esterilla en el jardín y hago yoga mirando a los picos, el Khatang y el Karyolung (ambos de 6000m) se elevan explendorosos, con sus cumbres nevadas y sus cumbres afiladas. Se huele el ambiente alpino, se ven tan cerca y a la vez tan inaccesibles… Pienso en clavar mis piolets en su hielo y en pisar con mks botas su cima. Hoy hace un mes que dejé mi casa y entre montañas he encontrado mi sitio, el esfuerzo diario se ve recompensado con creces, cada nuevo amanecer, cada bosque, cada persona conocida, cada cumbre divisada… Amo las montañas porque en ellas me siento libre. Día 8: De nuevo toca bajar, campos de trigo verde crecen en terrazas, llegamos a un bosque tropical lleno de helechos, encinas y almendros en flor. Bajamos hasta los 1600m y se nota en la temperatuta y la vegetación. Una nueva subida nos deja en Bupsa 2400m, donde pasamos la fría noche. Día 9: En la subida nos cruzamos con muchos burros y yaks, me encantan estos animales con cuernos de toro, pelo largo y patas cortas pero fuertes. Lo malo es que relentizan nuestro paso y llenan todo de mierda. Llegamos a Surke por cuestas de lodo patinosas y por una gran pendiente ascendemos hasta Lukla, aquí termina el trekking de Jiri y comienza el del Everest. Un avión llega hasta aquí desde Katmandu para evitarte la ruta que hemos hecho nosotros, el camino es duro por sus constantes sube bajas, pero el esfuerzo merece la pena. Para celebrarlo ceno un chuletón de Yak a la brasa acompañado con una San Miguel, hacía diez días que no cataba la carne ni la cerveza, me lo he ganado. Y esto es solo el calentamiento…
Ñ
Si queréis ver las fotos están el mi facebook
Es raro encontrar a blogers con conocimientos sobre este asunto , pero creo que sabes de lo que estás escribiendo. Gracias compartir información como este.