Llegamos a la estación de autobuses y cogimos un tuc–tuc para ir al Ok guestshouse donde ya habíamos estado la otra vez que pasamos por Phnom Penh (capital de Camboya), yendo de camino pasó una moto con dos ocupantes y el de atrás metió la mano dentro de la cabina del tuc-tuc y cogió la mochila pequeña de Amara donde llevaba el tablet, la cartera con las tarjetas, el móvil y lo peor de todo… El pasaporte. Fue todo muy rápido, cuando lo vi salté del tuc–tuc en marcha y corrí detrás de ellos, estuve cerca de cogerlos, cruzaron una calle sin mirar, si hubiera pasado un coche que los atropellara o les hiciera frenar los hubiera alcanzado, pero no fue así y escaparon.

Regresé jadeando exhausto por la carrera, Amara lloraba rodeada de gente. El conductor nos llevó a varias comisarias pero en ninguna nos atendían, el tiempo pasaba y lo más importante era cancelar las tarjetas cuanto antes y por Ibercaja directo las cancelamos. A la tercera comisaría por fin hablaban inglés, después de contarles lo ocurrido rellenamos varios impresos, sacaron fotocopias de los pasaportes y cuando habíamos terminado va y nos pide que le paguemos por los impresos, yo hice como que no los entendía y cogí los papeles pero siguen insistiendo hasta que pregunto “pay?”… —yes, yes, pay…— y poco más que los mandé a la mierda. Después de habernos robado, encima la policía nos pide dinero por poner la denuncia… Al no haber embajada española fuimos a la francesa, estaba cerrada por la tarde así que nos dicen que volvamos a las 8.30 de la mañana.

Llegamos a la embajada y en la puerta nos encontramos a Xenia una chica francesa que conocimos en la playa y nos ayuda con los papeleos. Rellenamos unos impresos y nos dicen que ya nos llamarán o nos mandarán un email. Fuimos a la agencia del avión a ver si nos cambiaban el vuelo que salía al día siguiente, nos toman los datos y ya nos avisaran. Por la tarde llegó un email de la agencia diciendo que teníamos una semana para coger otro avión, por fin buenas noticias…

La mañana siguiente esperamos hasta las 9 por si nos mandaban un email de la embajada, no llega nada pero aún así vamos para ya a meter prisa. Nos atiende otro hombre más joven y que habla algo de español, nos hace el provisional después de pagar 61$ y nos manda a inmigración, está al lado del aeropuerto. Allí nos atiende enseguida una chica joven, después de rellenar más impresos nos dice que tardaran 3 días, yo le miento diciéndole que el lunes tenemos que coger un avión a España y si no lo perderemos, pone cara de pena y me dice que si pagamos 20$ más lo tiene para por la tarde, accedemos y pagamos otros 60$.

Ahora toca ir a la embajada de Tailandia, son las 12.30 y ya está cerrada, el guarda nos dice que para mañana pero nosotros que ya no confiamos en nadie, volvemos a las 2 y nos presenta a un joven camboyano bien vestido que nosotros creemos que es un funcionario de la embajada, nos manda de nuevo a inmigración, el policía de la puerta se ofrece a llevarnos por 7$ en su moto, aceptamos y a las 3 de la tarde con un sol de justicia recorremos media ciudad los tres en la moto y sin casco. Circular por la ciudad en moto es toda una experiencia, pasando semáforos en rojo, haciendo cambios de sentido prohibidos, metiéndonos entre los coches… Se descarga más adrenalina que haciendo puenting con una cuerda que tenga 20 años. Hace un calor de muerte y al estar entre el policía obeso y Amara termino con los huevos más cocidos que los de una ensalada de verano… Con el visado de Camboya en nuestro poder regresamos a la embajada donde nos esperaba el joven de antes, después de pedirnos otros 55$ y darle todos los documentos quedamos con él para el viernes a las 5pm y nos da una tarjeta suya de una agencia de viajes.

¡No es funcionario… Es de una agencia!— con todo lo que nos había pasado, ya no confiábamos en nadie, si el tipo no aparece nos quedamos sin dinero, sin papeles y perdemos el vuelo.

Sin estar muy convencidos fuimos a la agencia a coger un vuelo para el sábado, le pedimos a la chica si podía llamar al de la agencia para quedarnos más seguros, habló con él y eso nos tranquilizó un poco. La gente de Camboya air–lines se portó muy bien con nosotros.

Esa noche para ahogar las penas nos emborrachamos…

A las 5 fuimos a la embajada y nada más llegar vimos al chico y en menos de 20 minutos ya teníamos nuestros papeles con el visado de Tailandia ¡Por fin podíamos salir de Camboya!

El sábado 16, tres días más tarde de lo previsto salimos de Camboya, donde casi seguro no nos volverán a ver más… Si no somos pesados y hubiéramos sobornado a los funcionarios tendríamos que estar aquí seis días más…

Es vergonzoso que tengas un problema en un país extranjero y las autoridades en vez de ayudarte, intentan aprovecharse de ti y sacar todos tajada. En estos países cuando todo sale bien estás en el paraíso, pero si surge un problema no esperes la ayuda de nadie, ármate de paciencia y como le decía a Amara para animarla: Con tiempo y dinero todo se arregla.

Tuc-tuc

Tuc-tuc