POKHARA 13/04/2014
Llego en el último día del año nepalí y se prepara una gran fiesta. Cenando conozco a una chica sudafricana y otra holandesa y me voy con ellas a un concierto. Un grupo local toca versiones y música de la tierra, la cosa se anima y damos la bienvenida al año 2071 con ganas de más marcha. Pero esto es Nepal y a las 12:30 el ejército recorre los locales obligando a cerrar. Aquí no se explayan ni en Nochevieja. Me alojo en la zona norte del lago; está apartada, el camino es de tierra, una montaña con su bosque la tiñen de verde y los alojamientos son baratos. Es un buen sitio para relajarme y descansar del ajetreo de los últimos tres meses donde no he estado más de cinco días en el mismo sitio. Las puestas de sol son mágicas con sus rayos reflejándose en el lago y los habitantes del lugar paseando, haciendo yoga o malabarismos en el cesped que lo rodea.
Todas las noches hay música en directo y espectáculos de fuego en las distintas terrazas, nos juntamos un grupo de españoles y animamos el cotarro en el Orange bar. Alex un músico de Vitoria lleno de buena energía y Ray un escocés que toca dando la espalda al público, es un poco tímido el chico…. improvisan con sus guitarras rock y rumba. Paso las noches con Cristina y Anita (que ninguna de las dos sabe donde está Zaragoza, manda huevos) y gente de medio mundo, disfrutando del expectáculo y una buena conversación.
Una mañana subo a Sarankot una colina desde donde se ven los Anapurnas. La cuesta es empinada y con escalones tallados en la roca pero con estas vistas merece la pena el esfuerzo.
Encuentro un artista de calidad, Sunil, y continúo tatuándome el cuerpo. Entre Katmandu y Pokhara aguanto el pinchar de la aguja 17 horas de trabajo, lo peor de todo son los días de después con los cuidados que requiere un tatuaje, estando de viaje es un engorro pero me encanta el resultado. Ahora que estoy asentado en un lugar y tengo una rutina, la inspiración a veces caprichosa y esquiva, me visita con frecuencia y avanzo mucho con la novela. Paso unos días enfermo por comer carne en mal estado y decido no probarla por lo menos hasta que vuelva a España, menos mal que Raquel una mallorquina enfermera viene a visitarme y me da buenos consejos para mejorarme pronto. Un día alquilamos unas bicis Alex y yo, vamos a unas pozas entre la selva y pasamos la tarde bañándonos en un paraje de exuberante belleza. Pokhara es un lugar perfecto donde relajarse y disfrutar de la naturaleza, también hay fiesta si la buscas y es el punto de partida para numerosos trekking. Nunca falta la música y lugar de encuentro de artesanos y hippies de medio mundo. He disfrutado mucho los quince días que he pasado aquí, lo mejor de todo la gente que he conocido… Pongo rumbo a India, hago una pequeña parada en Lumbini cerca de la frontera y después de casi tres meses abandono este fantástico país, donde es muy fácil moverse y se encuentran las montañas más altas y más bellas de la tierra. Volveré seguro… Namaste Nepal.