Paraty es un pequeño pueblo costero entre Río y Sao Paulo, como iba a llevar esa ruta para volar rumbo a África, pregunté a varios locales de algún lugar que valiera la pena visitar de camino. Y todos coincidieron recomendándome este lugar repleto de playas paradisíacas y exuberante selva. Todavía es carnaval y en sus calles empedradas con casas blancas cuelgan adornos y se nota la fiesta.
Dispongo de poco tiempo y tengo que elegir por qué lugar decantarme a visitar, me recomiendan Laranjeiras, un conjunto de playas donde hay que caminar por la selva para descubrirlas. Hay autobuses que te llevan hasta allí y los caminos bien señalizados todavía mantienen un halo de aventura. Playas de arena blanca y aguas cristalinas, cascadas que desembocan al mar, un camping en plena naturaleza donde acampar y la selva como telón de fondo de un verde infinito. Así es este lugar mágico donde no me importaría volver y pasar varias semanas.
Me despido de Brasil conociendo Sao Paulo, la ciudad más poblada y grande de América Latina con sus doce millones de habitantes. Caminando por sus calles parece que estés en Europa: iglesias, centro comerciales y tiendas de lujo. Me asombran su orden y limpieza, calles anchas, una linea de metro muy eficiente y rascacielos que evocan en mi mente recuerdos de Tokyo.