Me hubiera gustado terminar mi paso por África y la vuelta al mundo haciendo el safari de Amboselli a las faldas del Kilimanjaro, pero decidí usar esos tres días y ese dinero en volver al desierto y ayudar a la gente, no me arrepiento. Aún me queda algo de dinero y veo la posibilidad de ir medio día al Nairobi National Park que está solo a siete kilómetros del centro de la ciudad; pensaba que sería fácil encontrar un grupo y unirme, pero como es temporada baja y la mayoría de turistas van al citado Amboselli y a Masai Mara, en las compañía que pregunto me dan la opción de hacerlo contratando un guía y vehículo para mi solo, eso sube el precio a 150$, y se me escapa del presupuesto. Cuando ya lo daba por imposible, encuentro una agencia que se compromete a buscarme un grupo por 80$.

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Quedamos al día siguiente a las siete en mi hotel, cuando pasan quince minutos llamo a la agencia y me dicen que vendrán a buscarme a las 10:30. No me lo creo… cambian el horario y ni me llaman para consultarme, mal pinta esto.

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Viene Eduard, un chico de la agencia y me pide la mitad que falta de pagar (no quise pagarlo todo) y me dice que me acompaña al autobús, que no hay tiempo que perder. ¿Cómo que autobús? Yo he contratado un safari con un grupo reducido en una furgoneta abierta, como lo hice en Masai Mara. Me dice que no han podido encontrar un grupo y esto es un bus local que va al parque. No estoy conforme y me lleva a la agencia a esperar al jefe. Pasan los minutos, es mi último día en Kenia y ya he perdido media mañana. Le digo que me voy y que me devuelvan el dinero. Pero me viene con el socorrido “akuna matata” y me dice que no me preocupe.

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A la media hora viene Sam, el jefe de Blue Montain Trekking & Safari, me da la razón y me pide perdón por no avisarme, me ofrece hacer el safari yo solo por 125$, le digo no pienso pagar más de lo que contraté, aparte tengo el dinero justo. Me devuelve los 40$ que había pagado de mala gana, encima de que me han hecho perder la mañana y la posibilidad de hacer el safari, está enfadado por mi reacción. Le doy una tarjeta y le digo que tengo una web donde relato mis viajes y que contaré (como siempre hago) mi mala experiencia, también le digo que tuve una empresa ocho años y que a veces, si la cagas toca perder. Me dice que me siente y me ofrece hacerlo por los 80$ y que él correrá con los gastos, pues entre la entrada al parque, la gasolina y el guía no lo cubre.

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Salimos Eduard y yo con la Nissan, en veinte minutos la sabana se abre ante nosotros mientras los rascacielos aún se divisan en el horizonte. Pese a ser un parque relativamente pequeño hay mucha vida animal, en los lagos se juntan los herbívoros y las aves.

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A la sombra de un árbol descansan unas leonas, las tapa la maleza y solo se ven sus rabos espantando a las moscas. Esperamos diez minutos por si se mueven y como ya vi varios leones en el otro safari le digo de continuar, al dar la vuelta vemos un macho que se acerca. Es una delicia presenciar la majestuosidad con la que se mueve, sus músculos se tensan y el viento mueve su melena negra. Pasa muy cerca de nosotros y me emociono al sentir la energía que desprende este poderoso animal. Es el rey de la selva y se nota en sus movimientos y su mirada.

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Me faltan de ver rinocerontes y leopardos, le pido a Eduard que los busque y cuando ya nos íbamos nos topamos con los gigantes de un cuerno, el cual está a punto de extinguirse por el valioso marfil. El leopardo se escapa por esta vez, es de los grandes animales el más difícil de ver.

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Aquí termina la vuelta al mundo, llega el momento de volver a casa y asimilar las vivencias del viaje. En la próxima entrada haré una reflexión de esta fantástica aventura.

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