En cinco minutos ya habíamos cambiado de país y estábamos en el paso fronterizo rellenando los formularios y pagando el visado. Fueron 1500bts y en 20 minutos ya eramos oficialmente turistas en Laos.

El primer pueblo de la frontera se llama Huay Xay, es un pequeño pueblo con unas vistas fantásticas al río Mekong y rodeado de vegetación. Dormimos en una guest house que nos había recomendado un francés que conocimos en una parada que hizo la camioneta.

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El río Mekong: A un lado Tailandia y al otro Laos

El río Mekong: A un lado Tailandia y al otro Laos

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Nuestro bungalow

Nuestro bungalow

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Estaba en lo alto del pueblo al lado del templo con una bonitas vistas del Mekong. Para acceder a él había que subir unas escaleras muy empinadas pero las vistas merecieron el esfuerzo. En el templo varios monjes hacían sus trabajos antes de que cayera la noche. Se respiraba una paz que te contagiaba y pudimos disfrutar de un hermoso atardecer.

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Templo de Huay Xay

Templo de Huay Xay

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Anochece en el templo

Anochece en el templo

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Fuimos a cenar y después de tres meses… ¡Comimos pan! Laos fue colonia francesa y los gabachos dejaron una de las cosas mejores que tienen, el pan. A las seis de la mañana nos despertaron los monjes del templo con sus rezos matinales. Después de desayunar cogimos un coche para que nos llevara a la estación de tren que está a las afueras. Llegamos con demasiada antelación y tuvimos que esperar dos horas hasta que salió el bus. Era una tartana súper antigua y si nos descuidamos nos quedamos sin sitio, iba llena a reventar. En unas cuatro horas con sus correspondientes paradas a mear. Los laosanianos mean mucho, el conductor para cada hora y todo el mundo corriendo para la cuneta, hombres y mujeres regando al unísono la vegetación del camino. La carretera va por las montañas y no es que esté en muy buen estado que digamos… Pero con la lectura de un buen libro y con el bello paisaje no se hace demasiado largo.

En el autobús

En el autobús

Llegamos a Luang Namtha un pueblo enclavado entre dos parques nacionales, en los cuales habitan diferentes especies de animales, entre ellas el tigre asiático. El pueblo en si es bastante feo y tiene un aspecto sucio y descuidado. Pero sus alrededores tienen muy buena pinta así que habrá que descubrirlos…

Alquilamos unas bicis y con un mapa que habíamos conseguido vamos a una cascada que no está lejos. Para llegar a la cascada hay que pasar por varios pueblecitos de casas hechas de cañas y llenos de niños que te saludan al pasar. Como no podía ser de otra manera hay que pagar para ver la puta cascada y esta vez hasta por aparcar. Dejas la bici en un parking y andas diez minutos hasta la cascada, pequeña y fea. Donde esté la sierra de Guara…

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Amara pedaleando

Amara pedaleando

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Bajando de ver la cascada

Bajando de ver la cascada

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Después cogimos de nuevo las bicis y seguimos un sendero pequeñito que continuaba hacia el valle. Amara se bajó de la bici por que el sendero era cada vez más estrecho y le daba miedo caer. Yo disfrute como un enano cogiendo unas curvas cerradas y pasando unos tramos de barro donde casi me caigo. El paisaje era espectacular con los campos bien definidos y las montañas al fondo. Decidimos aparcar las bicis y seguir a pie ya que Amara iba con su bici a cuestas. Seguimos un camino hasta llegar a un río donde ya era imposible continuar, retrocedimos hasta un cruce que habíamos dejado atrás y seguimos por la izquierda, cruzamos un río y continuamos por el sendero hasta ver el valle siguiente y unas casitas de caña al rededor de unos campos. Volvimos a por las bicis y con ellas al pueblo.

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¡Que bonitas vistas!

¡Que bonitas vistas!

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Trabajando en el campo

Trabajando en el campo

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Como aún era pronto nos acercamos a un templo que estaba en lo alto de una colina. La cuesta era muy empinada y a mitad Amara dejo su bici y siguió andando, yo en cambio ascendí con la bici hasta el final lo que pagué al día siguiente con un poco de agujetas. Cuando llegué arriba, exhausto por el esfuerzo, mi recompensa fueron unas bonitas vistas del pueblo y sus alrededores mientras esperaba a Amara. Cuando llegó fuimos a entrar al templo y cómo no… había que pagar. Como el templo tampoco es que fuera gran cosa bajamos sin verlo.

Templo de Luang Namtha

Templo de Luang Namtha

Comimos algo y compramos los billetes para el día siguiente. Luang Namtha nos ha decepcionado un poco, los alrededores son bonitos pero esperábamos más. Nuestro siguiente destino nos lo ha recomendado mucha gente, a ver si cumple las expectativas…