Comienzo la vuelta al mundo, el viaje final de mi proyecto y el sueño de cualquier viajero. Y no puedo empezar mejor… con mi querida furgoneta y con Vanesa, la mujer que me ha robado el corazón. Vamos a hacer una ruta por Europa en diez días, si queremos ver muchas cosas habrá que hacer kilómetros, dormiremos y comeremos en la furgo para ahorrar.
Salimos de Zaragoza por la tarde y dormimos ya en Francia, al día siguiente llegamos a Chamonix en el corazón de los Alpes franceses, cuna del alpinismo y base de salida para numerosas escaladas de dificultad en sus escarpadas agujas. Es temporada baja y hace mal tiempo, las calles están casi desiertas pero aún así se respira montañismo mientras paseas. He venido muchas veces a este lugar a subir sus cimas pero esta vez tengo otro objetivo documentarme para mi próxima novela que comenzará aquí.
Subimos caminando a La Mer de Glas, el camino asciende entre frondosos árboles con los colores del otoño. Pronto se ven los colosos de roca, primero el Dru, con su forma piramidal y al llegar a Montenvers el mar de hielo baja de los riscos como una serpiente congelada y aparecen Las Charmot y Las Grandes Jorases, mi montaña favorita. Cuantos recuerdos de mi época alpinística…
Cruzamos la frontera y entramos en Suiza, la carretera que lleva a Martigny es un espectáculo de valles verdes salpicados de casitas de madera y altas cumbres a los lados. Llegamos a Zermatt, famoso por sus pistas de ski pero sobre todo por El Cervino, la montaña perfecta. Su primera ascensión fue uno de los mayores dramas del alpinismo muriendo durante la ascensión cuatro de los siete componentes. Disfrutando paseando por sus calles sin poder quitar la vista del Cervino.
Vamos a Interlaken, una ciudad ubicada entre dos lagos enormes con la intención de coger el tren cremallera más alto del mundo y ver el Eiger, otro de los gigantes de los Alpes pero el precio del billete y el mal tiempo nos hacen desistir y tomar rumbo a Alemania.
Ya de vuelta paramos en París, ya había estado pero no me importa volver a la que es para mí la ciudad más bella del mundo y más si es con Vanesa. Nos pegamos seis horas pateando el centro y disfrutando de Notre Dam, Les invalides, la torre Eifell, el Arco de Triunfo, los Campos Elíseos y el Louvre. En las calles de centro repletas de monumentos, edificios de época y tiendas exclusivas se respira pomposidad y lujo, pero cuando vas en el metro ves el París de la periferia y más parece una ciudad africana que Europea.
Increíbles paisajes!!!enamorada de los Alpes y de sus bosques,esos pueblos alemanes sus casas sus gentes. Sé que volveré a repetir viaje porque me encantóy nadie debería perderse esas maravillas de la naturaleza porque son únicas y estamos casi casi al lado!jejeje!!!!gracias Daniel!encantada contigo!