Pedir – Dar algo a cambio – Recibir – Agradecer
Cumpliendo estos cuatro pasos tendrás éxito en cualquier ámbito de tu vida, si descuidas alguno de ellos estarás descompensado y se frenará el flujo natural de las cosas. Voy a explicarte cada uno por separado, según mi experiencia y con la intención de hacerte crecer para que consigas una vida más plena.
“Si tú sabes lo que tienes para dar, entonces ya sabes lo que mereces recibir”.
Recibir: Algo que parece tan elemental y obvio es el principal problema de mucha gente, sobre todo de personas acostumbradas a ayudar, a tener cargas familiares, ganar poco dinero o que sienten que el mundo es injusto. Hay que permitir que la gente te ayude, te invite, te dé propina y sentir que eres merecedor de ello. Cuando éramos pequeños a muchos nos enseñaron a que cuando nos ofrecían algo, por educación, decir que no; podías estar muriéndote de sed que si te ofrecían algo de beber en una casa debías decir: no gracias. Ese es un gran error, yo lo remedié cuando era fontanero e iba a trabajar a muchos hogares, al principio por vergüenza o por “educación” rechazaba los ofrecimientos. Hasta que un día me dije que si alguien te ofrece algo, lo hace porque quiere brindarte aquello, entonces ¿qué sentido tiene rechazarlo? Y comencé a recibir e incluso a pedir si tenía sed o quería algo. Hay un chiste muy bueno respecto a esto:
«Un incendio envolvía en llamas un edificio, todos los habitantes ya estaban evacuados menos uno, que aguantaba en la azotea y que se resistió a ser rescatado por la policía al comenzar el fuego. Fueron los bomberos y con una gran escalera llegaron hasta él, pero los rechazó diciendo:
—Tengo mucha fe en Dios y Él me salvará.
Los bomberos se marcharon y el hombre se quedó rezando mirando al cielo.
Un helicóptero se acercó desafiando a las llamas y le echó una cuerda, pero se negó a cogerla gritando:
—Tengo mucha fe en Dios y Él me salvará.
Al final murió quemado entre profundos sufrimientos y al llegar al cielo y ver a Dios le preguntó:
—Señor, recé y pedí tu ayuda ¿por qué no me la brindaste?
—¿Cómo que no te la brindé? —dijo Dios enojado—. Te mandé a la policía, a los bomberos y hasta un helicóptero. ¿Te parece poco?».
Hay que estar dispuestos a recibir; sobre todo si das, porque cuanto más das, más recibes; pero si solo das, rompes las leyes del Universo y estás descompensado. Desde que soy consciente de ésto y aprovecho cualquier oportunidad para dar, estoy siempre dispuesto a recibir. Puede venir en forma física, de regalo, de dinero, de amor… puede llegar una idea, el libro que me aporta lo que necesito, una persona que me tiende una mano, una conversación que me hace abrir los ojos, bebida cuando tengo sed, comida cuando tengo hambre… cada vez tengo más seguro que el Universo me proveerá con lo que necesite porque me siento merecedor. Merezco todo lo que recibo porque doy lo mejor de mí. Quizá no recibes porque no te sientes merecedor, igual no das lo mejor de ti, si crees que no mereces más ¡no lo tendrás! Porque tanto si crees como si no, estás en lo cierto.