Un refrán de toda la vida: “Dime con quién vas y te diré quién eres”. Nos decía que con quién compartes tu tiempo, a quién escuchas, a quién crees… determina tu manera de ser, tu manera de pensar, tu manera de hablar, y por supuesto, tu manera de actuar. Es el típico refrán para clasificar a un adolescente, una persona (en teoría) más influenciable, y dependiendo de los ambientes donde se mueva, la tribu urbana a la que pertenezca, los gustos de sus amigos, se comportará de una manera u otra.

“Soy lo que veo”. Así como las compañías tienen una influencia directa en tu manera de ser, lo que veas también te moldea como persona. Dependiendo de lo que veas será lo que sepas. Es tan importante lo que se ve como lo que no se ve. En esta era de exceso de información tenemos miles de estímulos diarios. Si vemos cosas que nos llevan a la superficialidad, al consumismo, a la depresión, a ser esclavo de las modas, a la adicción a los estímulos exteriores… así seremos nosotros.

En la televisión se lleva a cabo el mayor lavado de cerebro, por algo la llaman “la caja tonta”, mientras estás sentado delante del televisor no tienes que pensar, desconectas de tus problemas y por un tiempo vives la vida de otros, ya sea viendo el telediario, un programa de entretenimiento, una serie, una película o un partido de fútbol. Te tragas las envidias, discusiones, asesinatos, infidelidades, maltratos, injusticias, robos, sexo desenfrenado, los éxitos, los fracasos, el amor… de otros. Mientras estás sentado cómodamente en el sofá, con un refresco y unas patatas fritas. No estás viviendo tu vida, no estás viviendo la vida. Te estás anestesiando la mente, y la comodidad y la rutina ganan la partida a la aventura y las experiencias.

Y te preguntas: ¿Para qué viajar si lo puedo ver desde casa?, ¿para qué salir a pasar frío con el día que hace? Si me quedo en casa no gasto y, además, con el montón de peligros que hay ahí fuera… ¿no es mejor quedarme en un lugar seguro, calentito y conocido viendo como a otros les parten el corazón, viven aventuras o les ocurren desgracias?
«Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, voy a otra habitación y leo un libro»
Hay quien prefiere leer (menos mal) y pasa horas deslizando páginas entre sus dedos. Todo está en los libros. Y como decía Mark Twain: «La persona que no lee no tiene ninguna ventaja sobre la que no sabe leer». También podríamos decir que “eres lo que lees” y al igual que hay programas mejores que otros, hay libros mejores que otros. Algunos son inspiradores, te muestran lugares lejanos, culturas diferentes, te metes en la mente de los grandes pensadores, disfrutas con la intriga de una buena historia… pero también los hay de mala calidad y mensajes vacíos. Pero leer un libro tiene algo que mirar una pantalla no te exige, tienes que pensar, imaginar, suponer, requiere un esfuerzo mental que te hace crecer. Aunque también tenemos el peligro de excedernos y no vivir nuestra propia vida para vivir la de otros a través de los libros.

A mitad del año 2016 ya llevaba casi 50 libros leídos, desde hace unos años los cuento y apunto su título para llevar un control, también los subrayo y tomo notas de frases y enseñanzas que me inspiran. Como llevaba ya tantos libros leídos me puse de meta leer 100 libros ese año, ¿cuánto más lea más sabré, no? Pero esa exigencia lejos de ser beneficiosa se convirtió en lo contrario. Buscaba libros cortos, si me leía un libro de mil páginas no lo lograría. Dedicaba mucho tiempo a leer y se lo quitaba a estar con mi familia y amigos, a estar en la naturaleza, a escribir, a vivir mi propia vida.

«El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho»
Así que huye de los extremos y lee mucho, pero sobre todo, vive mucho.
Daniel Zaragoza
Texto tomado del ensayo: «La verdad os hará libres. Esclavos del siglo XXI»
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Totalmente de acuerdo
Así es Pablo!! Un abrazo grande