Cuenca es de esos lugares que quieres conocer pero nunca vas, la gente te habla maravillas pero al final terminas en la playa o la montaña. Es de esos sitios de interior que esconden lugares mágicos y llenos de encanto. Entré desde Albarracín y me recibió la Serranía de Cuenca, un frondoso bosque de pinos que visto desde lo alto de un puerto parecía no tener fin.
Una familia de Cuenca que conocí en Teruel me recomendó el nacimiento del río Cuervo, cerca del pueblo de Tragacete, está enclavado en un entorno natural bellísimo, con un bosque lleno de cascadas que caen sobre un manto de musgo verde. El recorrido son solo 1,5 km que se puede ampliar con alguna ruta como el sendero del pinar que ya son 11 km.
El nacimiento del río Jucar, también cercano a Tragacete es otro lugar a visitar, dejé la furgoneta cerca del albergue de San Blas y seguí caminando por un valle cada vez más cerrado hasta llegar al Estrecho del Infierno, una garganta rocosa donde nace el río. Pasé allí la noche con un manto de estrellas.
La laguna de Uña es otro lugar a tener en cuenta, fue declarado refugio de fauna porque en sus aledaños habitan ciervos, gamos, jabalíes, patos, cigüeñas o buitres.
La Ciudad Encantada es un conjunto de formaciones rocosas en la Serranía de Cuenca y muy cercano a la ciudad. Las piedras tienen formas curiosas y en un mapa que te dan (después de pagar los 5 euros de entrada) te explica el recorrido y los parecidos que tienen las rocas.
Cuenca es una ciudad pequeña de poco más de 50.000 habitantes, está rodeada por la Hoz del Huecar y del Jucar, con un paseo que bordea el casco antiguo y los ríos que merece la pena recorrer caminando. Conserva un importante patrimonio histórico y arquitectónico donde destacan las Casas Colgadas y la Catedral. Una ciudad que me gustó mucho y que recomiendo visitar, que si se unen la serranía y los nacimientos de los ríos antes descritos, se puede pasar un fin de semana muy completo en un entorno digno de visitar.
Vídeo del viaje por Cuenca