En un principio no iba a ir al centro de Australia, ir en avión o tren en muy caro, pensaba recorrer la costa oeste hasta Sidney pero como me va tan bien haciendo auto-stop, me veo con ganas y fuerzas de adentrarme 3.000km en el desierto e ir hasta el corazón de Australia.
En dos días recorro 200 km hasta llegar a Innisfall, va bastante bien hasta la tarde del segundo día, estoy tres horas en medio de la nada con un sol de justicia y nadie para, va a anochecer y ya había mirado un lugar donde dormir debajo de un puente, pero me recogen Terry y Jan, un matrimonio de jubilados que van a Townsville, la ciudad donde me tengo que desviar al centro. De camino cogemos a Lisa, una joven australiana que también hace auto-stop. Paramos en un mirador en Hinchinbrook Island National Park, comemos algo y disfrutamos de las vistas. Cuando anochece hay miles de estrellas en el cielo, lo comento pero no parece sorprenderles, aquí debe ser normal este cielo… Les cuento mi plan y me dicen que es una locura, que en el centro hay temperaturas de 55* y que apenas pasan coches. Paramos en la cuneta y salen Jan y Terry a hablar entre ellos, cuando vuelven nos invitan a pasar la noche en su casa. Aceptamos dando las gracias, se están portando genial con nosotros. Antes de llegar a Townsville está el desvío hacia Charters Towers, es la dirección que tengo que coger mañana. Tomamos el desvío y recorremos unos kilómetros, decenas de canguros nos observan desde la carretera, no sé donde vamos, pienso que a lo mejor viven en las afueras. Terry me dice que cuente los coches que pasan, en media hora solo pasa uno. Damos la vuelta y me insisten que cambie de opinión, la ruta normal para ir al centro es desde el norte o el sur, esta ruta que va desde el este no la usa casi nadie. Les digo que tengo mucha suerte y que voy a intentarlo…
Su casa resulta ser un barco amarrado en el puerto, después de ducharnos y cenar, Terry llama a las autoridades y les cuenta mis intenciones, me pasa a una funcionaria y me dice que lo que quiero hacer es una locura, es verano y en esta época nadie se adentra en esa ruta. Quiero intentarlo y comprobarlo por mí mismo, que sea difícil no quiere decir que sea imposible, pero veo en que se tomen tantas molestias una señal y les prometo que cambiaré de planes e iré al sur.
Al día siguiente me dejan en una gasolinera a las afueras de la ciudad, me despido con abrazos agradecido por todo lo que han hecho por mí y comienzo a hacer auto-stop en la salida a la general. Me pego toda la mañana bajo un sol abrasador sin resultados, al final hasta suplico con las manos para que por lo menos me cambien de lugar pero nadie para, el ser moreno de piel y los últimos atentados de París no ayuda mucho. Me canso de no hacer nada y a las 13h comienzo a caminar por la orilla de la carretera a 35*, es todo desierto y no hay ni un árbol, tengo que parar a la sombra de una gran señal de tráfico, el agua está ardiendo como yo. Veo un cartel que indica un parque nacional a 6km, hay camping y un río. Tomo el desvío y después de dos horas infernales llego a Bowling Green Bay, lo primero que hago es ir al río a bañarme, sumergirme en una poza rodeada de rocas rojizas después de la calor que he pasado es como un orgasmo con la naturaleza.
Monto la tienda en la zona de acampada, no hay recepción, ni nadie que lo controle. Hay un cartel donde pone las tarifas y una página web donde inscribirse, no tengo internet, así que para la gente como yo es gratis… En los baños hay un hombre limpiando una cacerola, le pregunto si se puede beber el agua, ya que en un cartel pone que no es potable. Me dice que le acompañe a su autobús y me dará agua. Se llama Emanuel, tiene 52 años y vive en un viejo autobús que ha preparado él mismo. Tiene pintas de presidiario, lleno de tatuajes talegueros y la cara y la piel curtida en mil batallas. Me da agua y me invita a un baso de vino y un cigarro. Hablamos un buen rato hasta que me voy a explorar el bosque cuando baja el calor. Los árboles son escasos y extraños, con ramas y tronco blancos y la copa sin hojas. Unas palmeras de tronco negro y forma ovalada crecen desperdigadas. Veo canguros, lagartos y varios pájaros. Me siento contento… el día había empezado muy mal, pero me he bañado en un río, estoy en la naturaleza, tengo un sitio donde dormir y me han invitado a agua y vino, la suerte me sonríe de nuevo.
Ceno con Emanuel, tiene un altavoz enorme que destella luces de colores al ritmo de la música, disfruta como un niño viendo los reflejos entre las copas de los árboles. Me cuenta que tenía mujer y dos hijos, ella era prostituta y él es alcohólico. Lo dice en presente y no deja de beber para confirmarlo… Hace mucho que no ve a sus hijos y me enseña sus nombres tatuados en los antebrazos. Viaja en su autobús por Australia buscando paz y encontrarse a sí mismo. Me ofrece llevarme a Towsville y sacarme un billete de tren hasta Brisbane, hay 1,340km y con su descuento de pensionista me sale por 25$. Acepto, es una oportunidad que no puedo dejar escapar. Le regalo un budita que tengo y le digo que es una buena persona y que lo importante es el corazón, sin importar la fachada, que se lo doy con toda mi energía y que le dará suerte. Se emociona mucho y me abraza entre lágrimas. Es un marginado y la gente le rechaza y hasta le pega. Me enseña cicatrices y su nariz deformada por los golpes. Está solo y falto de cariño, que haya pasado la noche con él, le haya escuchado y compartido mis experiencias, llena un vacío que a saber cuanto hacía que no llenaba. Sigue bebiendo y se tambalea, abre un cajón y saca una pistola, me invita a cogerla, es dorada, le entra un solo cartucho y pesa mucho. Me siento incómodo con esto, antes le conté que había sido boxeador para que supiera que sabía defenderme. Saca una bolsa con mariguana y tripis, me ofrece pero los rechazo. No me gusta esta parte y como veo que sigue bebiendo me despido y voy a mi tienda.
Al día siguiente cumple su promesa y me lleva a la ciudad. Compramos el billete en una agencia, sus datos salen reflejados y el descuento por pensionista. De normal cuesta 300$ pues es un tren de primera. Nos despedimos y le regalo mi mejor camiseta, la que tuve que comprar para trabajar en la compañía de buceo, he visto su ropa tendida al sol y es muy vieja, él la necesita más que yo y después de todo lo que ha hecho por mí, estoy feliz que la tenga de recuerdo. Tengo un poco de miedo de que me pillen y hasta que estoy en el tren, viene el revisor y solo se fija en que esté bien el asiento no respiro tranquilo.
Después de 18h en el tren llego a Brisbane, en un día he avanzado lo que me hubiera costado varios haciendo auto-stop, me he dejado llevar y las oportunidades vienen y lo que parecía malo se convierte en bueno. Te ayuda más la gente humilde, los despreciados, los solitarios, los locos… en esta sociedad llena de miedos y prejuicios llevar en tu coche a un desconocido y bohemio, es peligroso y desaconsejable, hablar con alguien de una casta inferior es rebajarse y los de casta más baja son los que no te temen, no te van a juzgar por las apariencias porque tienes mejor pinta que ellos y como normalmente tienen problemas para sociabilizarse, prestándote su ayuda se están ayudando así mismos porque se ven útiles y aceptados. Doy una vuelta por la ciudad y voy a la biblioteca, miro vuelos a América y a partir del día cuatro de diciembre comienzan a subir los precios por la navidad, el día 5 ya vale 200€ más, estoy cansado de vivir como un vagabundo y depender de los demás, quiero ser el dueño de mi destino cuando haces dedo dependes de que alguien te coja y de la buena voluntad de la gente, así que adelanto mi salida de Australia y cojo el vuelo a Lima. Aún me quedan tres días para ir a Sidney en tren y disfrutar de la ciudad.
Sidney es una ciudad moderna donde las diferentes bahias, puertos y puentes le dan un encanto especial. Tiene muchas zonas verdes y se mezclan las calles de edificios antiguos, catedrales y grandes rascacielos. La Opera, su edificio emblemático despliega sus formas futuristas al lado del mar. Me hubiera gustado ir a las Blue Montains y conocer un poco más de este inmenso país, pero las circunstancias me hacen cruzar el Pacífico y haciendo escala en U.S.A llegar a Sudamérica, donde podré hablar español y dormir y comer por un precio asequible…
Me alegra mucho ver tus andanzas… gracias por compartirlas! Te deseo mucha suerte y salud!
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