Cairns es una pequeña ciudad al norte de Australia, posee la barrera de coral más grande del mundo, frondosas selvas, bosques milenarios, actividades para todos los gustos y un clima tropical con 30* de temperatura durante todo el año, por eso es uno de los destinos favoritos de vacaciones de locales y turistas.
Llego al amanecer, está todo cerrado menos el Mc Donals y allí voy a desayunar. Pido un menú pero no acepta mis tarjetas, se forma una cola detrás de mí esperando y me separo pensando en ir a un cajero, intenté cambiar dinero en el aeropuerto pero me cobraban 12$ de tasas. Cuando estoy a punto de irme, la dependienta me da mi desayuno, le pregunto si al final a ido la tarjeta pero me dice que me lo ha pagado un señor, un hombre alto y fornido con uno de sus brazos rojo por el sol. Es un camionero que está de paso y cuando le doy las gracias quita importancia al bonito detalle. Buena manera de empezar.
Cojo una cama en Cairns City Backpackers, comparto habitación con cinco personas, tiene cocina y baños compartidos y está un poco sucio y descuidado pero está repleto de palmeras, helechos y bambú en su patio y además es el más barato de la zona: 90$ la semana, que para Australia está muy bien. Por primera vez en el viaje me quedo una temporada en un mismo lugar y hago amistad con los huéspedes, viajeros de medio mundo y la mayoría veinteañeros.
En el centro de Cairns está el Lagoon, una gran piscina gratuita pegada al mar, rodeada de césped y árboles enormes donde se posan periquitos de vivos colores, pistas deportivas y un paseo de varios kilómetros que se alarga a la orilla del mar donde se puede observar a pelícanos y gaviotas, es un lugar idóneo para relajarse y practicar deporte. Me choca que nadie se bañe en el mar pero un cartel me explica el porqué… aquí viven cocodrilos de agua salada que pueden llegar a 5 metros. Y en las copas de los árboles de la ciudad duermen zorros voladores del tamaño de un gato.
Al norte de la ciudad se encuentra el Botanic Garden, un área robada a la selva con caminos bien señalizados entre la espesa vegetación. La cruza un río y hay varias lagunas donde se pueden observar muchos pájaros.
Un día subo a los montes Lumley y Whitfield, por un camino entre la selva poco señalizado donde hay que estar atento para no perderse. Las vistas de Cairns y el mar desde la cima son reveladoras y se ve la gran cantidad de vegetación que hay entre las casas. Camino la mayoría del tiempo solo y tengo la suerte de ver muchos animales, cada vez disfruto más de la naturaleza y le estoy cogiendo el gusto a fotografiar a los habitantes de la selva.
La principal razón de venir aquí es bucear en la Gran barrera de coral, miro precios en las distintas agencias y salir un día con dos inmersiones cuesta 200$, dado mi escaso presupuesto busco la manera de no pagar y la encuentro: Cambiar trabajar en el barco por bucear. Encuentro una empresa para hacerlo Deep Sea Divers Den. El trabajo es duro: preparar la comida, fregar platos, vasos, cristales, mesas, baños… pero el disfrutar del fondo marino y poder ver tiburones, mantas azules, peces payaso, peces loro entre los corales de colores fosforescentes bien merece el esfuerzo. Como salgo contento de la experiencia y ellos lo están con mi trabajo, me invitan a navegar cinco días por la barrera donde habrá mucho más trabajo pero también más buceo, así que no me lo pienso, esto lo contaré en la próxima entrada del blog.
Han sido 19 días por la zona que me han sabido a poco, naturaleza por todos lados, gente amable y un ritmo tranquilo. Me quedaría más tiempo pero he de seguir, el estar en un mismo lugar te da una sensación de tranquilidad que te hace relajarte, he aprovechado para trabajar y ponerme al día con las fotos y el blog. Ahora empieza una nueva etapa, voy a recorrer Australia haciendo dedo y durmiendo donde pueda, he comprado una tienda de campaña pues aquí están las serpientes más venenosas del planeta y dormir al aire libre es una temeridad.
Empieza la verdadera aventura australiana.
No hay algún alguna antídoto que te puedas llevar¿