El 25 de septiembre de 2012 comienza nuestro viaje por Asia rumbo a Bangkok. Unos meses antes y después de pensarlo mucho, habíamos tomado una decisión… Dejarlo todo y viajar al Sudeste Asiático sin un plan fijo y sin saber cuando volveríamos. Yo cerré la empresa de fontanería que tenía desde hace siete años, alquilé mi casa, vendí la Harley que tanto quería, la play station, el Iphone… Amara se despidió del trabajo, dejó su casa, vendió su furgoneta y nos embarcamos en esta aventura llevando solo seis meses juntos.

En Margalef unos días antes de comenzar el viaje

 

Después de un largo viaje llegamos al aeropuerto de Bangkok, cogemos un tren que te lleva al centro y sale mucho más barato que ir en taxi. Conforme te vas acercando a la ciudad una nube de contaminación no deja ver el sol, miles de vehículos transitan por sus calles tocando el claxon sin cesar. Ya desde el tren impresionan sus rascacielos y varios templos te recuerdan lo lejos que estás de tu casa. Como estuve el año pasado facilita bastante las cosas, todavía tengo reciente el saber moverme por la ciudad. Nos alojamos en una guesthouse sencilla cerca de la estación de Hua Lamphong y vamos a dar una vuelta por Chinatown. Girnaldas de colores adornan sus calles, donde cientos de puestos de comida, ropa, flores… se esparcen en todas las direcciones.

Chinatown

Chinatown

Al día siguiente vamos al visitar el centro de la ciudad, comenzamos por el Wat Pho donde está el Buda de oro tumbado más grande de Tailandia, como yo ya lo había visto me quedo afuera esperando a Amara (comienza la operación ahorro). En la parte exterior hay varios Budas de oro en la posición de loto.

Buda reclinado Wat Pho

Buda reclinado Wat Pho

Budas Wat Pho

Budas Wat Pho

Luego cruzamos el río Chao Phraya en un barco y disfrutamos del imponente Wat Arun, un templo diferente a todos los demás por su color blanco y sus miles de azulejos incrustados, que reflejan la luz del sol creando destellos que cambian de color según la posición del sol.

Cruzando el río

Cruzando el río

Wat Arun, Bangkok

Wat Arun, Bangkok

Paseamos por el exterior del palacio real, pero como la entrada era cara, yo ya lo había visto y a Amara le daba igual no entramos. Regresamos caminando hasta la agencia donde habíamos comprado los billetes para ir a Koh Tao, nos perdemos varias veces por las calles de Bangkok; adentrándonos en sus mercados, observando con atención a los tailandeses, siempre sonriendo pese al tráfico y el estrés de la capital… serán nuestros anfitriones durante un tiempo indeterminado. Una hora antes de que nuestro autobús salga, una tormenta estalla de repente y sentimos peligrar nuestro viaje, cae un auténtico diluvio; pero unos minutos antes salir para de llover y subimos al bus dispuestos a viajar toda la noche…

Koh Tao allá vamos!!!